Nivearum: La soledad del camino


En escasas ocasiones, al adentrarnos por primera vez en un videojuego, nos sentimos perdidos, sin unas pautas a seguir, pasillos que recorrer u objetivos claros a alcanzar. Lo normal, narrativamente hablando, es que se nos especifiquen un punto de partida, un contexto, una historia, una escena acotada que nos permita empezar la aventura y en la que se intuya el reto que debemos perseguir. Proteus (Ed Key, David Kanaga, 2013), que rompía esa norma establecida, es uno de esos controvertidos títulos difíciles de entender por su arriesgada propuesta: perdidos en una isla que se expande bajo nuestros pies sin ningún tipo de indicación, ni objetivo. Nivearum (James Earl Cox III, 2016) es otra vuelta de tuerca a ese mismo concepto de exploración extrema, sin una historia orientativa que guíe nuestros primeros pasos. El título de James Earl Cox III es un camino que se aleja de la tranquila isla de Proteus y nos traslada hasta un inhóspito mapa nevado e infinito.

Nuestro protagonista pixelado aparece en una especie de ruinas con forma de portal rectangular y con cuatro vértices marcados en diferentes colores. Esta postal es el punto de partida y la única pista del objetivo principal: encontrar las piezas que desentonan en el desierto blanquecino. Aquí acaba nuestra paz y se da paso al viento helado que nos advierte de que la travesía no será un paseo plácido. Las únicas teclas que necesitaremos en Nivearum son las clásicas ASDW, otra muestra más del minimalismo del que hace gala el título. La desorientación es la primera traba: al dirigirnos hacia cualquier punto cardinal, el blanco inunda el escenario, con la excepción de ciertos elementos paisajísticos que encontraremos en nuestro deambular.

La obra de James Earl Cox III juega a desconcertarnos: sin duda su propuesta directa y su máximo atractivo. La única compañía es una melodía —compuesta por Jack King-Spooner— repleta de melancolía que acentúa la sensación de desamparo e indefensión. Ruinas, rocas, restos fósiles y otros objetos que encontramos a nuestro paso se convierten en referencias solo si somos capaces de memorizar su posición… o si los dibujamos en un mapa. Nivearum representa la anarquía orientativa, en contraposición a las pautas que invaden el universo videolúdico. La verdadera inmersión y experiencia de juego se consigue sin ayuda externa, aventurándonos en la nieve y perdiéndonos, para luego recomenzar el camino, dejando que nuestra existencia se funda en el blanco más polar junto a esos emplazamientos que parecen invisibles, pero que sirven de luceros en la soledad de Nivearum.

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OBSERVACIONES:

– El título aprovecha casi toda la pantalla del ordenador, sin elementos que distraigan vuestra atención.

– La música y los efectos sonoros son muy importantes para la inmersión: unos auriculares siempre son recomendables.