Nintendo Pocket Football Club: El Football Manager de bolsillo


Una de las pocas ventajas de comprarse una consola varios años después de su salida es que no tienes que esperar a que salgan juegos de ningún tipo: las obras maestras ya han sido aclamadas, los fracasos defenestrados y otros muchos han pasado sin pena ni gloria, sin trascender de ninguna manera. Sin embargo, a veces, algunos de estos títulos intrascendentes merecen un minuto de atención, en ocasiones para descubrir que se trata de algo más, de una joya oculta; otras veces solo es el desvarío de un jugador ansioso.

El catálogo de la Nintendo 3DS, por ejemplo, está plagado de juegos de rol excepcionales, de todo tipo: clásicos como Bravely Default; por turnos o en tiempo real como Fire Emblem y Xenoblade Chronicles, respectivamente; y también auténticas leyendas como Pokemon, que no podía faltar a su cita y por partida triple con la portabilidad. El grindeo, uno de los grandes apartados de los juegos de rol, se amolda a la perfección a las consolas portátiles de Nintendo. Grindear, o subir niveles, es algo que se puede hacer durante horas, pero también en unos pocos minutos, y siempre con recompensa.

Sin embargo, son pocos los géneros que se amoldan tan bien a una portátil como el rol. La acción en tiempo real en primera o tercera persona (en escenarios tridimensionales) rara vez funciona como debería. Muchas veces se sacrifica una dimensión y es ahí, con un apartado gráfico en 2D, donde unos pocos elegidos emergen: Metroid o Castlevania son buena prueba de sagas que han sabido adaptarse. La estrategia en tiempo real es imposible de llevar a cabo por las capacidades técnicas de la consola y es la estrategia por turnos la que sobresale una vez más. Por otro lado, los simuladores deportivos son una categoría que no suele funcionar muy bien en las portátiles, aunque Pro Evolution Soccer 6 de PSP sea una excepción que dejó el nivel muy alto.

Nintendo Pocket Football Club (ParityBit, 2014) es un juego que salió directamente para la eshop de 3DS, fútbol de bolsillo, sí, pero fútbol de boli y papel. Los representantes del deporte rey hasta la fecha habían sido los habituales FIFA y PES, y su calidad había dejado bastante que desear. Su intento por ofrecer una representación fiel del deporte era una losa que terminó por aplastarles.

Parity Bit, el estudio desarrollador, se encargó de reconvertir CalcioBit (Paritybit, 2006), su juego de GBA, en algo similar pero aprovechando las posibilidades de 3DS. Mejoró y aumentó las opciones de todo lo que había ofrecido en 2006 y, sabiendo que partían de una base sólida, decidieron mantener la estructura del juego original. Quizá es por eso por lo que salió directamente en la tienda virtual y a un precio reducido. Pocket Football se asentó sobre dos pilares que se alejan de la simulación: gráficos cartoon y la gestión de recursos simplificada.

La premisa es muy sencilla: conseguir el triplete. Para ello, primero debemos crear un club, ponerle un nombre y elegir su equipación, a través de un sencillo editor, y el país donde queremos que dispute la competición doméstica. Esto último es meramente anecdótico, aunque mi Portsmouth quería recuperar su gloria perdida en la Premier League, rivales como el SD del Aire o el Aborigen FC parecían carecer de la distinguida flema británica que caracterizaría a los equipos del Reino Unido.

La primera temporada arranca en la cuarta división, la de “Noveles”, y comenzamos con un escueto plantel de jugadores novatos y poco habilidosos. Para remediarlo podemos fichar a nuevos integrantes o entrenar a los que ya tenemos. En realidad habrá que hacer ambas cosas. Como equipo amateur, el presupuesto es escaso y, como conjunto en cuarta división, serán pocos los jugadores que querrán incorporarse a nuestras filas. Así que, como si de un coach motivacional se tratara, toca remangarse y exprimir a nuestros jugadores en los entrenamientos para lograr la mejor versión de sí mismos, literalmente.

     

Sangre, sudor y tablas

La parte del entrenamiento es el elemento fundamental de Pocket Football, la pieza angular sobre la que se cimenta el juego. En cada partido, según cómo lo hagan tus jugadores, nuestro alter ego entrenador observará fallos en el juego y realizará comentarios tales como «La tensión está haciendo mella en nuestro equipo» y, junto a este comentario, se nos adjudicará una carta de entrenamiento, así varias veces durante el encuentro hasta acumular un máximo de diez cartas (al menos yo nunca he logrado acumular más).

Cada semana podemos entrenar a nuestros jugadores y lo ideal es acumular varios tipos de cartas para poder maximizar el entrenamiento. Cada futbolista puede entrenar una vez a la semana y su entrenamiento está compuesto de una, dos o tres cartas. Juntándolas adecuadamente, de la suma de estas cartas se forma un entrenamiento especial que potencia al jugador por encima de lo normal. El quid de todo esto reside en averiguar qué cartas combinan mejor (o también lo puedes mirar en Internet). Hay webs que muestran todas las combinaciones posibles y las catalogan según la habilidad que prefiramos potenciar: disparo, velocidad, resistencia, técnica, fuerza, salto y motivación. En estas páginas hablan muy bien de la profundidad del juego en este aspecto, además de señalar incluso combinaciones que se encuentran ocultas dentro del propio título.

Para cada una de las posiciones conviene potenciar más unas habilidades que otras, aunque, claro, lo ideal es conseguir una S —la categoría más alta— en cada una de ellas. Por ejemplo, en la posición de portero la habilidad de salto es muy importante; en los defensas primará la fuerza, en los medios, la resistencia y en los delanteros, el disparo. Sin embargo, con el paso del tiempo los jugadores irán perdiendo puntos en una barra que marca su potencial de entrenamiento, cuanto más baja sea esta, más les costará llegar al siguiente nivel. Pasadas las nueve temporadas, contemplarás el declive de los jugadores que una vez te ayudaron a alcanzar la primera división.

     

El camino a la gloria

Tras una primera pretemporada repleta de partidos para poner en plena forma a nuestra plantilla, las sensaciones difícilmente serán positivas. Lo más normal es encarar el primer encuentro oficial con la moral seriamente tocada. Por lo general, en los amistosos que hayas disputado te habrás enfrentado a rivales de categorías superiores. Mi balance al comienzo de la liga era de una victoria, dos empates y más derrotas de las que quiero recordar, con mi puesto como entrenador bastante tocado tras unos amistosos que me habían enfrentado a rivales de mayor entidad.

Contra todo pronóstico, después de diez enfrentamientos en liga, el equipo terminó al frente de la clasificación con 30 puntos y pleno de victorias. El equipo crecía al igual que las finanzas, con lo que la adquisición de nuevas incorporaciones, con la mejoría de los jugadores originales, permitía un esperanzador ascenso a la división Promesas. El resultado fue un honroso cuarto lugar pese a conseguir menos puntos que en la anterior temporada y con más partidos disputados. Sin embargo, al año siguiente, las cosas se pusieron en su lugar y el equipo ascendió a la liga profesional de segunda división.

Hasta este punto, Pocket Football parecía carecer de profundidad. Una vez habías ahondado en los pormenores del entrenamiento, los partidos se contaban por victorias, a menudo por un amplio margen. Las tres primeras temporadas mantuve un esquema 3-4-3 sin la necesidad de ejecutar ningún tipo de variante, sin embargo, con el ascenso a la división de plata iban a ser necesarios algunos ajustes.

En el aspecto táctico, puedes modificar la alineación, la formación con la que juegas (4-4-2, 3-5-2…) y la posición de tus líneas en el campo, por ejemplo, con la defensa muy adelantada para poder presionar. También puedes especificar algunos marcajes y vigilancias,  seleccionando hasta tres jugadores rivales sobre los que tus defensas, en teoría, pondrán mayor atención.

Como mencioné antes, hasta el cuarto año las preocupaciones tácticas son mínimas. Con la división de plata llegan las derrotas, aparecen los fantasmas de las primeras temporadas, y toca modificar el planteamiento del equipo: un sistema más defensivo y empezar a estudiar los partidos con mayor esmero, analizando a los jugadores rivales en busca de sus integrantes más peligrosos.

     

Nintendo Pocket Football Club no es un juego fácil, tras más de diez temporadas con el equipo aún no he saboreado por completo las mieles del éxito como entrenador. En términos objetivos, no he conseguido pasarme el juego que, desde sus inicios, deja bien claro cuál es la meta: conseguir el triplete. Paritybit ha conseguido algo atípico con este juego, que lleve su portabilidad hasta el extremo: al cuarto de baño, a las comidas, a las tardes en el sofá y película…

La gran virtud de Pocket Football, al igual que el referente del género, Football Manager, es la capacidad de poder jugar en un segundo plano, como el que respira, mientras realizas otra tarea de mayor importancia. Estás haciendo la comida y paras un segundo para saber cómo va ese partido de liga que estás simulando; estás leyendo y distraes la mirada durante unos pocos segundos porque quieres organizar el enésimo amistoso de la pretemporada; o estás acostado en el sofá del salón, viendo una película y, de manera subrepticia, golpeas a tientas la pantalla táctil con la uña para organizar el entrenamiento de un jugador, mientras miras de reojo las tablas que te has descargado en el móvil y te dicen qué cartas tienes que combinar para sacar el máximo rendimiento.

Al contrario que en Football Manager, el título de ParityBit tiene poco o nada de realista. Pocket Fooball se enmarca en sus propias reglas para establecer un planteamiento que, de otra manera, quizá no habría tenido éxito. Otros se quedaron en el camino intentando imitar al juego de Sega, solo hay que echar la vista atrás para encontrar el rastro de PES Management (Konami, 2006) y FIFA Manager 06 (Bright Future GmbH, 2005), dos grandes IP probando suerte en un terreno que ha demostrado no tener piedad. Sin embargo, Pocket Fooball, con su propio estilo, se convierte en uno de los mejores juegos de gestión futbolística que se ha creado para una portátil, además, sin complicarse demasiado y sin una sola licencia de por medio.